Low Cost

Cuatro antiguos amigos de la facultad salen a comer con intención de planear un viaje juntos. A lo largo de la reunión, entre risas, desencuentros y brochazos de melancolía, saldrán a la luz sus frágiles situaciones personales...

Una comedia ácida, tierna, actual, inteligente, rabiosamente humana, y comprometida con la realidad de una generación “demasiado preparada” para triunfar en el feroz mercado laboral del siglo XXI.

ESCRITO Y DIRIGIDO POR  Maxi Rodríguez
SOBRE EL ESCENARIO
NELY: Laura Iglesia
ELIAS: Carlos Dávila
JUANA: Arantxa Fernández Ramos
TONI: Jorge Moreno
CAMARERO: Alberto Rodríguez
DISEÑO DE ILUMINACION: Carlos Dávila
TÉCNICO EN GIRA: Alberto Ortiz
ESCENOGRAFÍA: Josune Cañas
ASESORA DE VESTUARIO: Azucena Rico
FOTOGRAFÍA: Roberto Tolín
DISEÑO GRÁFICO: Laura Asencio (www.artefecto.com)
VIDEO PROMOCIONAL: Sr. Paraguas.

Boni Ortiz para LES NOTICIES (Traducida)
"Low cost" de Maxi Rodríguez con Higiénico Papel

La acción de esta estimulante comedia se desarrolla en el reservado de un restaurante de medio pelo. En una mesa redonda y amplia, montada para cuatro comensales, esperan Nelly (Laura Iglesia) y Elías (Carlos Dávila) acompañados muy de cerca por el hijo de ambos, acostado en su sillita. Ella sentada, hojea tranquilamente un revistilla de matar el tiempo y, él de pie, manotea el aire para disipar el humo que acecha al hijo de sus carnes, inexistente para todo el mundo menos para él: un exfumador neurótico que además, en sus tiempos de universidad, era trotskista... ignoramos si "lamberto", "mandelista" o "morenista", aunque por el zumbe exhibido tal vez fuera "posadista".

No tardando, llegan Juana (Arantxa Fernández) y Tony (Jorge Moreno), antiguos compañeros de facultad con los que van a comer y, de paso, preparar un viaje común a Amsterdam: auténtico mito libertario corporeizado en sus "Cofee Shops". Con la entrada del Camarero (Alberto Rodríguez) para tomarles la comanda, todos los personajes están presentados y no necesitamos más. Nos arreglamos con sus diálogos fluidos, fáciles y divertidos; aceptamos todas las circunstancias propuestas, porque son las posibles en unos personajes que conocemos muy bien: los tenemos en casa o en la familia, en nuestro portal o el barrio. No necesitamos más: basta que sobre el escenario fluya la vida y el tiempo. Son mi hija, tu sobrino, la hermana de aquel y el primo de esa. Hoy no llegan a "mileurista" -hace tres o cuatro años: el escalafón más bajo del asalariado-, aunque sigan siendo aquellos "JASP" (¿se acuerdan de la campaña publicitaria: Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados?) que transustanciaron la "P" en Precarios Perpetuos, y que sumados a otros muchos, componen nuestros 5 millones de Parados y Pobres Pudorosos que no salen del armario, ni siquiera para reclamar la solidaridad ante el desahucio de su vivienda. Así estamos y peor estaremos... Poner sobre un escenario lo dicho, tiene mucho mérito y nos habla de la gran dignidad de quienes lo hacen. Además, si es mediante una perfecta interpretación, una dirección discreta y eficaz, buena iluminación y estupendo vestuario, no cabe más que felicitar al conjunto.

Pero en esta función hay más: la proyección estatal que pretende. Tiene todos los ingredientes para convertirse en la función que, definitivamente, lance al teatro producido en Asturies al panorama teatral español, pese a estar en tiempos de restricciones económicas. O por ello mismo, dado que es una función "low cost": poco aparato escénico; cinco actores, director y un técnico en gira; todos y todas de "batalla" (actúan, cantan, bailan, cargan, descargan, montan...) y con amplios contactos en buena parte del territorio español. Unido a su carácter de tragicomedia, su agilidad, eficacia y sencillez, la convierten en una función que debería de estar programándose ya, en todos los escenarios de España: campeona del mundo de desempleo.