Frío, Frío

Espectáculo para público infantil y familiar. Abordamos una historia sencilla y divertida, que aborda la problemática del cambio climático y sus consecuencias para la vida en el planeta.
Espectáculo para público infantil y familiar.
Partiendo de la cada vez más probable situación de que las temperaturas subieran hasta el punto de derretir los polos, y en una historia habitada por personajes fantásticos y cercanos a los niños, abordamos una historia sencilla y divertida, que aborda la problemática del cambio climático y sus consecuencias para la vida en el planeta.
FRIO, FRIO... cuenta la historia de Prawn y Cracker, dos esquimales que viven felizmente en el polo norte dedicados a la pesca.
Una mañana, cuando se disponen a pescar en su agujero en el hielo, Prawn y Cracker descubren que el agua del Océano Artico está caliente.
La temperatura ha subido de forma repentina, el hielo comienza a derretirse y el nivel del mar sube peligrosamente. La vida es un caos, y no sólo en el Polo, sino también en el resto del planeta: Venecia se hunde, el desierto avanza y muchas especies animales desaparecen...
Prawn y Cracker se verán obligados a emprender un viaje en busca de un lugar seguro y en su periplo conocerán a diversos personajes que les darán pistas acerca de las causas que han provocado el curioso cambio de temperatura...
AUTORA Y DIRECTORA: Laura Iglesia
SOBRE EL ESCENARIO: Patricia Rodríguez, Félix Corcuera y Carlos Dávila
DISEÑO DE ILUMINACION: Félix Garma
ESCENOGRAFIA Y ATREZZO: Josune Cañas
VESTUARIO: Azucena Rico
DISEÑO GRAFICO: Iván Alonso
FOTOGRAFIA: Roberto Tolín
SERVICIOS TECNICOS: Light Expo S.L.
PRODUCCION Y DISTRIBUCION: Higiénico Papel Teatro
Magnífica farsa imaginando el Polo Norte, en escenario níveo, esplendoroso, espectral, blanquecino. Donde hay un iglú, esquimales y la capa de hielo fundiéndose, subiendo el nivel de los mares...
Teatro familiar. Dos actrices en plenitud de recursos, vis cómica y expresiva... Un nuevo hallazgo de «Higiénico Papel»... Renuevan repertorio, con otro despliegue de su actor principal Carlos, que regresa al personaje de historieta en divertidísimo episodio de aventuras.
Escritura trepidante, sin respiro, envuelta en escenario sorprendente como sólo ellos pueden hacer... Ilustrada en retahíla de juegos verbales y objetos que ayudan muy bien a su magia... Un entramado escénico de buen nivel...
Así podemos quedar captados por el ensimismamiento de los tiernos esquimales, Prawn y Craker... Sea en el cotidiano desperezarse, la pesca diaria, el viaje en canoa o el recorrido para buscar el refugio del malvado inventor, que les hará caer en trampa que remeda un pasaje de Hansel y Gretel...
En fin, el vestuario, preciso e irónico, de Azucena, siempre acertada, y una iluminación bien distribuida posibilitan el cierre de una función redonda.
En alto grado de diversión, jocosidad, participación y entretenimiento. «Higiénico» mantiene expectativas sobre su sentido del humor, pintando un geografía lejana. Cuento de nueva hornada, que deja atónitos a los más pequeños, con la interpretación de sus actores, en una peripecia de conservación del ambiente y el medio rurales.
FRAN DIAZ FAES, La Nueva España
Este grupo tiene, entre otras muchas virtudes, la de apostar por un trabajo difícil y hasta meticuloso...
Laura Iglesia ha escrito un texto con lenguaje claro, en el que encierra en principio una parte didáctica para niños y mayores, mostrando los peligros a que puede llevar la contaminación del medio ambiente. Luego, sabe cómo hay que contarlo, enriqueciendo cada momento escénico con detalles supletorios y manteniendo un buen equilibrio para que la historia fuera propia de gentes de cualquier edad.
... un teatro tan hermoso como necesario, porque está hecho para educar y entretener...
...han trasladado al escenario una noble y hermosa idea adornándola con todo su buen hacer en las tablas.
Inteligencia y trabajo consiguen que, lo que a primera vista parece pequeño, se convierta en algo muy grande. Ni más ni menos que una deliciosa representación teatral para gente de cualquier edad.
JOAQUIN FUERTES, El Comercio